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lunes, 5 de septiembre de 2011

Alfonso XIII, rey de España de Ramón CASAS Y CARBO

Tras el éxito rotundo de su exposición individual en la Sala Parés de Barcelona, en 1900, Casas se convirtió en el retratista más codiciado de la burguesía barcelonesa. Durante la primera década del siglo XX, mientras su prestigio social iba en ascenso - siendo este cuadro un claro ejemplo de su reputación -, sus inquietudes pictóricas declinaban en cuanto a la incorporación de novedades; así, su obra fluctuaba entre dos polos: el anecdotismo y el conservadurismo. En 1904, residió temporalmente en Madrid; en ese lapso se le encargó un retrato ecuestre de Alfonso XIII, el joven rey que contaba con dieciocho años. A tal efecto tomó apuntes del natural en el taller del escultor Agustín Querol (1860-1909). Como resultado de esos bocetos se cuenta con un retrato ecuestre (Museo del Palacio de Riofrío, Segovia), expuesto en 1905 en la Société Nationale de Paris, luego adquirido por el millonario norteamericano Charles Deering - cliente habitual de Casas -; con un retrato del rey vestido como Gran Maestre de la Orden del Toisón de Oro (Museo de Arte Moderno, Barcelona), y con un Estudio (Museo de Arte Moderno, Barcelona, Nº 11382), sin firmar ni datar, que obtuvo primera medalla en la Exposición Internacional de Barcelona de 1907. La obra conservada en la colección del Museo Nacional de Bellas Artes es una réplica de dicho estudio, pero firmada, lo que hace pensar que a partir del estudio del natural Casas realizó varias versiones del retrato del monarca.

Esta obra, de sugestiva atmósfera, se aleja de la formalidad típica de la representación de la realeza, adecuándose más a la juventud del retratado que a su posición social. El rostro del joven emerge de un marco difuminado, con gran cuidado de los detalles fisonómicos que se destacan por su luminosidad, y está envuelto en un aura de misterio que involucra al espectador a través de la mirada. Su cuerpo, que pierde materialidad y definición en el fondo neutro de factura similar, hace que el foco de atención puesto en el rostro evidencie su estado de ánimo en detrimento de atributos externos como los de realeza - característica del retrato cortesano de aparato - que están totalmente ausentes. Para lograr esa atmósfera vaporosa y sugestiva, Casas le dió un importante rol a la trama de la tela, de gruesos hilos, que contribuye a la vibración lumínica y al difuminado de los contornos. La sensación de profundidad está prácticamente eliminada haciendo que el retratado flote casi fantasmagóricamente en un no-espacio, regido por matices de rojo desaturado, que contrastan con la alta definición dibujística de sus rasgos. En esta obra se combina la sutileza del dibujo de Casas con su espíritu modernista en el tratamiento del tema. El modernismo, que en pintura buscó defenderse del cientificismo positivista de la fotografía, se pone de manifiesto en la atmósfera y la composición de aire flamenco. El cromatismo del maestro catalán, modelado durante su juventud al calor tanto del impresionismo parisino como de las inquietudes de Ignacio de Zuloaga y, particularmente, de la obra del francés Eugène Carrière (1849-1906), parece encontrar en esta pintura un delicado equilibrio con la plasticidad y volumetría dada por el dibujo definido del modernismo.

Palabras clave: Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, catalogo highlight, pintura española, Casas y Carbo, retratista de la burguesía barcelonesa, modernismo.

Alfonso XIII, rey de España de Ramón CASAS Y CARBO.pdf
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PERESAN MARTÍNEZ, Andrea. "Alfonso XIII, rey de España de Ramón CASAS Y CARBO"; en 2010: Antes de 1910. El arte europeo en el Museo Nacional de Bellas Artes, Museo Nacional de Bellas Artes, Colección. Buenos Aires, Asociación Amigos del MNBA, 2010. ISBN n° 978-987-1428-06-9. Referato: Si.