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lunes, 5 de septiembre de 2011

Las brujas de San Millán de Ignacio de ZULOAGA

Luego de diversas experiencias formativas en Roma, París y Sevilla, el pintor vasco pasó varias temporadas en Segovia entre los años 1898 y 1902, al establecerse en esa ciudad su tío Daniel - quien instaló un taller de cerámica en la iglesia San Juan de los Caballeros -. A partir de 1905, retomó estas visitas, pasando los otoños e inviernos allí, aproximadamente hasta 1913, alternando con estadías en París, donde tenía montado un taller. En estos años, motivado por el conocimiento que fue adquiriendo de la cultura castellana, comenzó a dar mayor preponderancia en su obra a los paisajes y tipos humanos de esta región, en la línea de la gran tradición realista española - el Siglo de Oro y Diego de Velázquez -, a la cual añadió recursos técnicos impresionistas y postimpresionistas. En oposición al preciosismo que había imperado durante gran parte del siglo XIX, Zuloaga desnudó un seco y duro realismo, al margen de las vanguardias que estaban floreciendo. Consolidó así, hacia principios del siglo XX, el estilo llamado de la 'España negra', caracterizado por un verismo claroscurista y costumbrista de visos trágicos - a pesar de que antes había incursionado en la corriente opuesta de la 'España blanca' -. Paralelamente, durante sus estancias en París, se dedicó en especial al retrato, cimentando una fama internacional que lo llevaría a plasmar en sus lienzos a la aristocracia y burguesía tanto europea como americana.

La fascinación de Zuloaga por los tópicos castellanos entronca con la reivindicación de estos parajes emprendida por la llamada Generación del 98 - grupo de intelectuales españoles que impulsaba una renovada visión de Castilla como sublimación de la identidad nacional - recuperando el 'país real' que anidaba en los paisajes olvidados y la gente humilde. Así, ese árido territorio y la dureza de sus habitantes iban a constituirse en una imagen emblemática de España toda, buscando una conciencia nacionalista y una unidad ideológica en realidad inexistentes.

La iconografía castellana y los valores estéticos que se generaron a partir de estos postulados reforzando la corriente de la 'España negra' - que tiene como antecedente a Francisco de Goya -, se popularizaron internacionalmente, logrando que Zuloaga obtuviera no sólo galardones en las exposiciones sino también un gran éxito comercial. Sin embargo, esta imagen cruda - y, también, algo estereotipada - de España, a cuya difusión mucho contribuyó el cosmopolitismo de Zuloaga, le valió a éste la acusación por parte de diversos detractores de dañar la imagen nacional al mostrar lo atrasado y paupérrimo como lo característico español. Esta controversia dio lugar a la llamada 'cuestión Zuloaga'.

Las brujas de San Millán fue pintado durante una de sus estadías en Segovia, en 1907; para ello se valió como modelos de algunas viejas segovianas y criadas de su tío Daniel. Fue expuesto con gran éxito, en 1908, en el Salón de la Société Nationale de Paris y en Nueva York, al año siguiente.

San Millán es un barrio céntrico segoviano, que en los primeros años del siglo XX era un arrabal de casas bajas, de vida miserable y urbanización tortuosa, cuya sordidez resumía acabadamente la Segovia de la época. En él habitó Zuloaga en 1902; alquilaba junto con otro pintor vasco, Pablo Uranga (1861-1934), una casa famosa por haber sido el escenario de un asesinato múltiple en 1892, que conmovió a la población. Aunque existe la leyenda de que una alucinación de Uranga, sugestionado por el pasado de la morada, habría inspirado la temática, esta obra fue realizada años después en el taller que Zuloaga alquiló en el barrio Las Canonjías. Sin duda, durante su permanencia en San Millán, el pintor pudo observar los grupos de mujeres ancianas enlutadas y algo siniestras que semiocultas bajo sus sayos acudían a diario a la iglesia homónima, templo románico del siglo XII.

En su propósito de 'sintetizar el alma castellana', como él mismo declaró, compuso una escena concebida teatralmente, con un fondo de telón plano con cierta indicación de paisaje, infinito y tenebroso. Dispuso a las siete mujeres en dos grupos que constituyen cada uno un triángulo. En una estructura característica de su obra, construyó un primer triángulo - casi rectángulo - en un primer plano acusado, muy próximo al borde inferior del cuadro; inclusive, la mujer de espaldas se sale del marco de la composición. El segundo triángulo está constituido por las mujeres de pie a la izquierda. La ubicación escalonada de los personajes que conforman el primer triángulo lleva la mirada del espectador en forma ascendente hasta perderse en la misteriosa oscuridad del cielo a la derecha. La disposición de las mujeres en estos dos triángulos funciona como herramienta de otros recursos propios del autor: el descentramiento y el esquema vertical. La iluminación sobre las cabezas, proyectada desde la derecha, implica el uso de un recurso tenebrista de lejana raíz caravaggesca. Las vestimentas oscuras y casi indiferenciadas, sin detalles, contrastan con la precisión dibujística de los rostros de las ancianas, que emergen como 'faros' de las ropas geometrizadas. Asimismo, el contraste de esas masas uniformes de color acentúa más el verismo de los objetos: el huso, el farol de lata y el cesto de mimbre. La mirada de la mujer de cabellos blancos justo en el centro de la tela rompe el mundo privado de esos dos corrillos de ancianas y tiende un puente hacia el espectador, quien a través de aquella siente que su presencia ha sido advertida. Se trata, como en otras obras de su autoría, de auténticos retratos en tamaño natural, recortados sobre paisajes característicos de la meseta, de pincelada densa y matérica, de colores terrosos y tonos contrastados. Por todo esto, Las brujas de San Millán constituye uno de los ejemplos del arte zuloaguesco que difundió por el mundo una visión de la península ibérica que quedaría fijada en el imaginario europeo y americano.

Palabras clave: Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, catalogo highlight, pintura española, Zuloaga, España negra, Generación del 98, taller de Las Canonjías, tenebrista.

Las brujas de San Millán de Ignacio de ZULOAGA.pdf
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SERVENTI, María Cristina y PERESAN MARTÍNEZ, Andrea. "Las brujas de San Millán de Ignacio de ZULOAGA", pp. 653-655; en 2010: Antes de 1910. El arte europeo en el Museo Nacional de Bellas Artes, Museo Nacional de Bellas Artes, Colección. Buenos Aires, Asociación Amigos del MNBA, 2010. ISBN n° 978-987-1428-06-9. Referato: Si.










*Recordamos con gran afecto a nuestra querida Profesora, Colega, Amiga María Cristina SERVENTI que lamentablemente ya no está entre nosotros.